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viernes, 29 de julio de 2011

Capitulo 2. El encuentro.

Nota del autor: Quiero insistir en que todo esto son bocetos. No lo llamaría del todo una beta, mas bien una alpha. Y que lo hago como hobby en principio, por lo que cosas como la gramática y algunas expresiones puede haber algunos errores (que si alguno me critica en algún momento aprovechare para corregirlos en los originales). También al ser alpha, si veo que necesito cambiar algún detalle concreto (que en principio no debería pues la historia completa ya esta creada desde hace años, el hilo argumenta ya esta, y se lo que debe ocurrir en cada momento y de que forma), quizás sufra alguna modificación algún detalle o descripción  o incluso nombre propio. Gracias y que lo disfrute quien le pueda gustar ^^.

Capitulo 2. El encuentro.

- Otra vez el sueño de siempre, una sala oscura, un lago inmenso enfrente mía, otro más pequeño detrás. Esta vez ya sabía desde el primer momento que en el lago de detrás mía había una chica sentada sobre una plataforma. El sueño no había cambiado así que solo me limite a observar como siempre, y a confirmar lo que me temía, la chica de ese sueño es la misma que había rescatado del rascacielos El sueño termina pero no me despierto... ahm claro, me caí del avión a esa altura. Debo estar muerto, o en coma y apunto de morir y mi cerebro aun es capaz de funcionar pocos instante más. Empiezo a soñar algo nuevo, nunca lo había visto. Esta vez al menos puedo verlo todo con claridad, estoy en una hermosa noche estrellada, y por lo que puedo observar a mi alrededor diría que es un parque. Hasta ahí todo normal si no fuera porque al parecer el suelo de dicho parque se encontraba flotando en mitad el aire. Claramente debo ir a un psicólogo, cada vez sueño cosas más extrañas. Voy a asomarme para ver a que altura estoy del suelo, pero daba vértigo, no se podía apenas ver el suelo, solo se podía distinguir que abajo del todo lo que se veía era la ciudad con todos sus edificios y sus luces encendidas. Este suelo flotante no tendía mucho más que 100 metros de diámetro, y parecía que hubiera sido arrancado de cuajo del suelo, pues se distinguía pequeños caminos en el suelo que acaban en el precipicio, como si en el suelo se hallara la continuación de esos caminos. “¡Taos!”, alguien me llamaba. Una chica hermosa, morena, por fin una chica de rasgos normales, nada de pelos rubios u ojos verdes, una chica como todas, morena y ojos oscuros. Me acerque a ella y vi como extendía sus brazos como queriendo tocarme, parecía triste. Poniendo sus brazos en forma de cruz, y sin más explicación, se dejó caer por el precipicio. Ese golpe le va a doler... ¿por que saltaría? Me asome para verlo, y vi como caía lentamente y se iba perdiendo en la lejanía Siento remordimiento por no haber puesto más interés en salvarla, pero de todas maneras solo es un suelo, y tampoco es que la conozca, no se porque me siento culpable por no haber intentado pararla... A todo esto, me estoy aburriendo, ¿cuando voy a morir?

Aun no había salido el sol cuando Sarah había salido ya de casa a cumplir el recado que le había pedido su madre. Las ciudades por alguna razón estaban cerrando sus fronteras al exterior, quedando incomunicadas entre si. Generalmente no es un problema, pues no es frecuente que alguien salga de la ciudad. El exterior no es que fuera demasiado peligroso pero en antaño todas las zonas alejadas de la ciudad existían criaturas feroces y peligrosas que atacaban a los viajeros. Por fortuna con el paso de los tiempos los cazadores los ha ido extinguiendo, por lo que en esos tiempos era demasiado raro encontrarse con alguno por pura casualidad, y desde luego si te encontraras con uno no seria tan grande como las de antaño.

Sarah era una chica joven de 19 años de edad, una larga melena morena, y ojos marrones oscuros. Cualquiera diría que es una chica normal a simple vista, pero posee un talento especial que, aparte de ella misma, solo su madre lo conoce. Es capaz de leer los pensamientos de otros seres vivo, incluso de los animales. Desde muy joven siempre ha tenido la sensación de que la vigilan y le siguen de cerca. Al principio era algo que la preocupaba y le hacia sentir insegura, pero con el paso de los tiempos se fue acostumbrando y vio que nunca se le acercaban ni le decían nada.



El recado era entregarle un sobre a un amigo de su madre que vivía en la otra ciudad del estado. Debido al cierre de comunicaciones entre ciudades no le era posible enviarlo por correo. Sarah quería aprovechar que aun era de madrugada para evitar caminar bajo el sofocante sol. El viaje estuvo siendo tranquilo como era de esperar, mientras siguiera el camino y no se saliera no debería haber problemas.

Llego al bosque antes de lo que esperaba, calculo mal los tiempo y pensaba que cuando llegara al bosque ya se le habría hecho de día, pero aun era oscuro, faltaba aun un poco para el amanecer.

La tranquilidad del viaje se vio alterada al escuchar unas voces en su cabeza, “Sarah”, “¿A donde vas Sarah?”, “No puedo permitir que te alejes más de la ciudad Sarah”. Las voces en su cabeza no callaban, y le hablaban cada vez más fuerte y claro. Empezó a notar que a su alrededor algo se movía, como aun no había salido el sol no podía verlo con claridad, pero algo estaba haciendo ruido en su entorno, la estaban siguiendo. “Vuelve Sarah”, “Si no vuelves tendremos que capturarte para que nadie más se apodere de ti”, “Vuelve, es imprescindible que no salgas al exterior”. Pero ella no quería escucharlo más, salió corriendo saliendose del camino intentando perderlos de vistas y que la dejaran de seguir. Las voces la estaban enloqueciendo, quería dejar de escucharlas, pero era inútil, no puedes callar unas voces que vienen del interior de tu mente.

Ahora empezaba a escuchar otra voz completamente diferente, diciendo cosas que no entendía que quería decir, “Debo de estar muerto...”, “Una chica hermosa...”, mientras que a la vez se unían con la otra voz “No puedes esconderte Sarah”. Seguía corriendo, la voz del principio se escuchaba cada vez más flojo, pero la nueva voz más fuerte, “Ese golpe le va a doler... ¿por que saltaría?”.

Mientras corría sin parar, cuando pensaba que ya los estaba despistando, vio un destello de luz deslumbrante a lo lejos, y junto a un lago se distinguía la figura de un hombre levantándose Ya estaba demasiado cansada de huir, así que decidió sacar su daga que le dejo su madre por si tenia que ahuyentar algún bicho del bosque, y se lanzo sin pensarlo.

Como un depredador cazando su presa, Sarah salto de entre los matorrales al hombre que se encontraba allí. Como no controló su fuerza rodaron varios metros por la inercia terminando en la orilla del lago, llegando a mojarse un poco el pelo. Pese a la confusión de la situación Sarah no dudo en ponerle la daga en el cuello amenazante para que no pudiera moverse, pero el hombre no decía palabra alguna, parecía que le costaba abrir los ojos. Quizás lo golpeara demasiado fuerte. Empezó a amanecer, y los primeros rayos del sol rebotaban en las gotas de la rociada de las plantas de alrededor. El lago brillaba resplandeciente, y las gotas del pelo de Sarah destellaban como si fueran diamantes. Al fin pareció que el hombre empezaba a abrir los ojos, pero ambos se quedaron completamente callados mirando fijamente al otro, confusos y esperando a que el otro iniciara la conversación con alguna palabra.

  • ¿Estoy vivo? no, debo haber muerto, este ángel es una prueba de ello. - Pensó Taos sin decir palabras, mientras miraba el alrededor girando moviendo los ojos sin mover el cuello. - Este paisaje tan hermoso debe ser lo que llaman el paraíso.



Sarah empezó a comprender que se había equivocado de persona, y que no tenia nada que ver con sus perseguidores. Quizás fuera solo un chico que se había perdido en mitad del bosque, parecía aturdido. Retiró la daga de su cuello y se lo guardo, pero seguía encima suya aun. Tras guardar la daga se dio cuenta que Taos tenia su mirada clavada en ella.

  • Esta chica... ¿quien es? .- Seguía pensando Taos.
Ella se disponía a quitarse de encima y presentarse cuando antes de que le diera tiempo Taos incorporo su torso, y le había puesto sus dos manos sobre su rostro, mirando mucho más fijamente.

  • Si el cielo significa pasar el resto de mi vida con este ángel, debería haber muerto hace mucho tiempo. Qué hermosos ojos, no puedo dejar de mirarlos. Me pregunto si podría besarla.

Sarah se había quedado blanca por la situación, no podía creérselo Nunca nadie le había dicho nada parecido, aunque si lo pensaba bien no se lo había dicho lo estaba pensando, pero para ella era lo mismo. No lo conocía de nada pero lo tenia delante suya, acercándose cada vez más, su cuerpo estaba completamente paralizado, quería apartarse, pararlo, pero por alguna razón quería dejarse llevar. Se estaba poniendo colorada, y Taos estaba apunto de besarla. No sabia quien era, pero con el gesto de la mano, esos pensamientos, el paisaje, y quizás por la confusión que tenia en ese momento por todo lo que estaba pasando hace solo unos instante, había sido atrapada y no podía evitarlo, estaba siendo atraída por el desconocido.

Los pensamientos de una persona no son tan fáciles, uno no piensa una única cosa continuamente. Como si fuera un torbellino de información, cuando uno piensa se le va viniendo a la mente mil y una información, generalmente sobre algo concreto en lo que estemos centrados en ese momento, pero también circula información que no estamos usando en ese instante. Por ello es tan difícil concentrarse para estudiar o para realizar cualquier actividad, la mente es compleja de controlar.

El beso de Taos era ya casi inevitable, Sarah cerró los ojos.

  • Esa chica, esos ojos verde, y ese cabello dorado, me pregunto quien serás que siempre apareces en mi sueños...
  • ... ¿Qué? .- Se pregunto Sarah mientras abría los ojos repentinamente empujando un poco a Taos hacia atrás para detener el beso. Se había dado cuenta que Taos estaba soñando despierto.

Taos por fin se espabiló, estaba sorprendido por estar vivo y no para de mirar alrededor. Por alguna razón le dolía mucho la cara aunque desconocía el motivo, no es para menos lo que le había espabilado era la bofetada que le había dado Sarah por haberle hecho pensar cosas que no era.

  • ¿Qué hacías ahí tirado? .- Preguntaba con un tono borde e irritada Sarah.
  • Hmm... me caí desde una avioneta en el cielo. - Respondía inocentemente.
  • ¿Caíste desde el cielo y sobreviviste? ¿Debo creerme eso? .- Sarah seguía hablando con un tono muy borde y serio, estaba molesta y temía que encima le estuviera tomando el pelo.
  • Es cierto que es extraño pero es la verdad... .- Miraba a su alrededor buscando una explicación, cuando vio unas flores en el lugar donde callo. - ¡Ya se!, seguro que caí sobre esas flores y amortiguaron mi caída
Se hizo un silencio momentáneo mientras se quedaron mirando fijamente los dos, el primer gesto lo hizo Taos, con una sonrisa pensando que igual con un poco de humor acabaría con la tensión que se respiraba en el ambiente. Pero el resultado no fue el que el deseaba.

  • ¡Solo era una broma! .- Exclamaba Taos mientras se le saltaba una lagrima por la bofetada que acababa de recibir. Ahora sentía dolor en ambas mejillas, empezaba a sospechar de que ella fuera la culpable de que le doliera la otra mejilla...
  • Dejate de bromas, si estas bien como para bromear te dejo en paz y sigo mi camino.

Sin mediar más palabra pensaba irse del lugar, pero sentía que la persona que le perseguía estaba aun ahí mirándola fijamente. Pudo sentir esa mirada de un depredador observando su presa entre los arboles. El miedo podía con ella, ademas de que al salirse del camino no estaba segura de como volver. Taos vio que estaba perdida y asustada. Sarah noto de los pensamientos de Taos que realmente estaba cuestionándose como se salvó, por lo que era verdad que había caído desde el cielo y que había sobrevivido pero que él tampoco sabia como, también noto la preocupación que Taos mostraba por ella pensando en que parecía asustada y perdida. Viendo esto decidió no dejarle solo y perdonarle. Taos se le adelanto hablando primero...

  • Oye chica, si estas sola y tienes miedo del bosque, te puedo acompañar hasta el lugar más cercano.
  • Me llamo Sarah, me dirigía a la ciudad del este.
  • Taos, mucho gusto, me dirijo a cualquier lugar donde haya gente. Quiero saber de noticias de donde se ha podido estrellar recientemente una avioneta.

Así es como se conocieron Taos y Sarah, ella con un rostro malhumorado, no podía evitar estar molesta con Taos tanto por la forma en la que se han conocido, como por las cosas raras que cuenta sobre de como cayó del cielo. Taos por su parte con una amplia sonrisa, ignorando el malhumor de su nueva compañera, y despreocupado por la situación.

Caminaron juntos por el bosque buscando la salida, o lo que seria más ideal, el camino. Pero encontraron justo lo que menos deseaban encontrar, la salida del bosque por el lado opuesto a la ciudad capital, una gran y extensa llanura, con muchas hierbas y algunos pequeños arbusto, pero sin arboles altos como el bosque, por lo que podías ver perfectamente el horizonte. Por ahí ya no se situaba ninguna ciudad importante, puesto que tras esas llanuras se encontraba ya las fronteras. Cambien era un lugar peligroso pues se decía que al ser la periferia del imperio, era uno de los lugares mas olvidados y descuidados, y por lo tanto aun podrían existir pequeñas criaturas salvajes. La situación era un poco compleja, podían volver al bosque y buscar el camino o el lado opuesto donde se viera a lo lejos la ciudad capital, pero el camino seria muy largo, y los que perseguían a Sarah seguramente seguían ahí Cruzar las llanuras no les llevaría a ninguna parte, pues la frontera esta prohibido cruzarla y por lo tanto no habría nadie por ahí


Mientras pensaban que hacer, pudieron distinguir a lo lejos a un hombre en pie, con unas extrañas vestimentas y un apoyado sobre un largo bastón, enfrente de una pequeña fiera, que le miraba fijamente a los ojos sin moverse ni un milímetro Taos y Sarah sin mediar palabras entre ellos hicieron lo mismo, correr de inmediato a socorrerlo. En cuanto llegaron, tanto la fiera como el hombre giraron su mirada hacia ellos, y la fiera lentamente se movió en dirección hacia Sarah. Taos y Sarah se pararon en seco, mientras le gritaba al hombre que no se preocupara que les iba a ayudar.

La fiera se lanzó sobre Sarah, pero Taos saco la espada que consiguió en el rascacielos y lo detuvo en el aire con el kanto de la espada. La fiera atacaba con sus afiladas zarpas continuamente a Taos, el cual no hacia más que defenderse usando la espada como si fuera un escudo. Una zarpa alcanzó su brazo haciéndole una herida, y justo mientras le hizo la herida una aurora rodeo a Taos.

El hombre parecía sorprendido al ver el brillo, y Sarah que noto algo raro en el gesto que hizo trato de mirar lo que pasaba por la mente tanto de la fiera como del hombre, pero por alguna razón no podía ver que estaban pensando. Seguramente estaría demasiado cansada.

La fiera repentinamente se paro, el hombre le señalo como queriendo decirle que se fuera, y la fiera relajadamente se fue.

  • ¿Quien eres tu? .- Preguntó el hombre con un acento un tanto peculiar, pero con una extraña sonrisa en su rostro, una sonrisa que hacia sentir algo de miedo.
  • El nombre de tu héroe es Taos, y esta bella doncella que también vino a socorrerte es Sarah. Tratala bien que aunque parezca una muñeca de porcelana pega unas buenas bofetadas. .- Comentario erróneo de Taos, que le costo una nueva marca en la cara. Si seguía así terminaría endureciendo sus mejillas de tantos golpes.
  • Me llamo Lázaro, si estáis aquí es porque estáis perdido. Deberíais ir al fuerte que hay a pocos kilómetros de aquí, es el lugar más cercano y seguro y desde allí seguramente os puedan ofrecer transporte a las ciudades.
  • Lázaro, ¿porque vas vestido así?.- Pregunto sin corte alguno Taos, observando que lleva una ropa que jamas había visto. Una túnica, un bastón, no llevaba tenis ni zapato, sino otro tipo de calzado que no sabría clasificar. Mirándolo fijamente parecía la ropa que se llevaba en la antigüedad antes de la gran guerra.
  • ¿Que le ocurre a mi ropa? Es lo más cómodo y practico, lo que vosotros llamáis camiseta y vaqueros se pegan mucho al cuerpo y te permite poca libertad movimientos. Se pega con el sudor, y provoca mucha calor. Es asfixiante
  • Taos, ¿me dejas ver eso que tienes dentro de tu bolsillo que antes brilló tanto?
  • ¿Te refieres a esta esfera? .- Lo preguntó mientras lo sacaba de su pantalón - Es un recuerdo que me dejo mi padre.
  • Justo como me temía .- Murmuro Lázaro con una voz tan floja que no le prestó atención ninguno.
  • ¡Que bonita es! ¿Puedo cogerla? .- Preguntó Sarah.
  • ¡No puedes! ¡No la toque! .- Gritó Lázaro - Por favor no toquemos las cosas valiosas que dejo en herencia su padre, es muy personal. - Comento más calmado y con una sonrisa tratando de suavizar el gritó que le salió antes sin pensar. Sarah asustada decidió pasar del tema.

Y así, el grupo de tres comenzaron una larga caminata hacia el refugio más cercano a donde estaban, “el fuerte”. Es un lugar un poco aislado del mundo, en la zona fronteriza, antiguamente durante la guerra servia para avisar cuando se acercaban a la frontera las tropas enemigas. Durante el viaje los tres hablaban un poco sobre ellos mismos, aunque Sarah no podía evitar no sentirse a gusto con Lázaro, le generaba desconfianza, y la perdida misteriosa de su poder para leer las mentes la tenia disgustada al no poder comprobar lo que pensaba. El viaje que empezó al amanecer les duro el día, llegando a la tarde comiendo solo un bocata que tenia Sarah en su pequeña mochila que compartió a medias con Taos. Lázaro parecía que el hambre no le resultaba una molestia. La herida del hombro de Taos no era nada grave, solo unos arañazos, y no supuso ningún problema.

Durante el trayecto se vio a una criatura muy veloz huyendo de algo, no parecía con intenciones de atacar al grupo más bien de huir de algo que le persiguiera. Cuando más cerca paso del grupo miro fijamente a Taos. Entonces le vino una voz a su cabeza.

  • Así que tu eres Taos. Te estamos observando, ten cuidado. No te fíes de nadie, no juzgues por las apariencias Los animales no atacan por ocio, solo atacan por defensa propia. El ser humano es el único que disfruta dañando. Volveremos a vernos. Humano.
Taos no sabia muy bien que había sido eso, si solo una jugada de su imaginación, o si esa voz realmente provenía de alguien. De todas formas no era el momento de pararse a pensar, justo cuando ya había pasado la criatura unos hombres con vestimenta un tanto antigua, no tanto como la de Lázaro, corrían en dirección hacia la criatura con unos rifles en las manos. Se notaba que iban detrás de la criatura de acababa de pasar, por eso huía de esa manera. Cuando esos cazadores vieron al grupo, dejaron de perseguir a su presa y se dirigieron directos a estos.

  • ¿Que hacéis vosotros por aquí? Estas tierras están deshabitadas y cerca de las fronteras. Deberíais regresar a la ciudad. - Pregunto sin intenciones de ser borde uno de los cazadores.
  • Nos hemos perdido, nos dirigimos al fuerte que es lo que tenemos más cerca para buscar desde allí algún medio para regresar a la ciudad. - Taos respondió.
  • Entiendo, eso os pasa por hacer los recorridos a pie en lugar de usar la red ferrovial. Esta bien os acompañaremos el fuerte esta cerca de nuestra casa.
  • ¿Os dedicáis a la caza? .- Pregunto Sarah.
  • Si, nuestros antepasado se dedicaban a exterminar toda clases de fieras que hubiera aun por nuestros actual imperio, para asegurarse de que no atacaran a civiles. Nosotros seguimos su ejemplo y tratábamos a terminar lo que ellos empezaron. Notaras que ya aun quedan fieras, pero por aquí cerca de la frontera aun se pueden apreciar algunas manadas que han sobrevivido. Las entregamos en el fuerte y nos suelen dar una buena recompensa por ello, aunque ahora que escasean nos esta resultando un trabajo duro para abastecernos. Quizás va siendo hora de cambiar de trabajo.
  • Oh viajar al reino del mal, dicen que allí hay bestias por todas partes y de todos los tamaños. - Comento su compañero cazador.
  • ¿Aun crees en esas historias? El reino del mal... En verdad es un cuento que se le cuenta a los niños pequeños para que cuando crezcan no sobrepasen las fronteras. - Discutían entre los dos compañeros.

Y así, con la ayuda de los dos cazadores, se dirigieron hacia el fuerte. Un lugar no muy grande, y claramente mucho menos avanzado tecnológicamente que las grandes ciudades a las que estaban acostumbrados. Básicamente era un refugio construido dentro de unas murallas de madera, en donde se podía apreciar la antigüedad del lugar en cada rincón que se miraba. Durante la gran guerra fue un lugar táctico importante, pero no presentaba ningún atractivo turístico. La gente que hoy en día va a visitar dicho lugar lo hacen sobretodo por ver como eran las construcciones en antaño. Una plaza redonda con una estatua en medio, y diversas casas alrededor, tenían tan pocos habitantes que era difícil reconocerla como aldea. Los que vivían allí solían ser porque trabajan en ese mismo lugar como vigilantes de la frontera, garantizando la seguridad de todo el imperio alertando a las grandes ciudades cuando se aproxime cualquier amenaza. Hoy en día es un trabajo sin sentido en el que cualquier momento desaparecerá, pues nunca hay ningún tipo de amenaza.

Nada más llegar buscaron un bar donde descansar, pero no había nada parecido en el fuerte. Así que se sentaron en la plaza a esperar a que el jefe de aquel lugar les atendiera.

  • ¡Saludos forasteros! Y pensar que en lejano lugar nunca ocurre nada, ni viene nadie, y últimamente no hace más que llegar gente de fuera. - Comentó alegremente el que parecía que mandaba en aquel lugar. - Primero con el accidente de avión en el lago, luego el forastero que no hace más que armar jaleo. Un par de visitantes que buscando algo, ¡incluso una muchacha que sospechamos que pertenece al reino del mal!
Taos estaba sorprendido por la noticia del accidente, posiblemente se refiera a su amigo Blasterd. Temía ya lo peor pero aun asi deberia ir al lugar para comprobarlo. Quería preguntarle muchas cosas sobre si los visitantes eran por casualidad soldados que los buscaban por el alboroto del rascacielos, o de donde fue exactamente el accidente. Pero al parecer a sus compañeros le sorprendio mucho más la ultima noticia.

  • ¿Una muchacha del mal? ¿Que os hace suponer que sea del otro reino? .- Preguntó Lázaro.
  • ¿El otro reino? Eso no existe, es solo una leyenda para asustar a los pequeños. - Comentaba Sarah sorprendida.
  • No estamos seguro, pero creemos que es del reino del mal por su color de cabello y ojos tan extraños. Ademas no habla nuestro idioma, no se me ocurre otra cosa.

Taos olvido un momento el tema que le preocupaba, pues la descripción hecha por el jefe le hizo sospechar de que podría conocer a dicha mujer. Lázaro también mostraba interés por verla, así que solicitaron de inmediato verla para comprobarlo con sus propios ojos. Allí estaba ella de rodilla, con las manos juntas mirando al cielo, esposada, rezando en un idioma ajeno al que conocían. Se levanto lentamente y se giro mirando directamente a Taos. Su rostro expresaba claramente felicidad, sentía que Taos podría sacarla de aquel lugar. Él por su parte, parecía confuso, no entendía como había llegado hasta allí, y sola. Pero por otra parte se sentía feliz de encontrarla y poder hablar con ella, la chica que aparecía en sus sueños.



No le falto tiempo cuando la chica salio corriendo lanzándose sobre Taos, abrazándolo y tirándolo al suelo del impulso, parecía un animal doméstico al ver a su dueño. Sarah parecía molesta por la situación, en su rostro se podía apreciar perfectamente su disgusto por la escena que le estaban ofreciendo. La muchacha no paraba de restregar su rostro con el de Taos, haciendo que este se quedara completamente colorado.

  • ¡Hsbdjbt b Ejpt rvd dtut cjfo! ¡Wvdmwft b wfojs b qftdbubsnf, fsft nj ifspf!
La cara de asombro de todos era de esperar, no entendieron nada de lo que decía. Parecía que si venia de un reino lejano, quizás del que creían que solo era una leyenda, el reino del mal. Lázaro soltó una risa floja, y puso su mano sobre la cabeza de la chica.

  • Esta chica es una chica normal, solo tiene una conmoción. Preguntarle cualquier cosa ahora. - Comento Lázaro riéndose, mientras los demás le observaba pensando que igual era alguna clase de medico.
  • ¿Estas... bien? .- Se atrevió a preguntar Taos con algo de inseguridad.
  • ¿¡ … !? ¿Puedo … puedo entenderte?.- Pregunto sorprendida la muchacha. Unas lagrimas de alegría recorrieron las mejillas de aquella perdida muchacha.
  • ¿Eres del reino del mal? .- Pregunto Sarah sin andarse con rodeos.
  • ¿Qué es el reino del mal? No soy de allí,y tampoco soy de estas tierras. Quiero volver a mi casa.

Todos estaban sorprendidos por la situación, pero también aliviados al escuchar que no pertenecía al temible reino del mal. Taos no podía dejar de mirarla, tenia muchas preguntas que hacerle, aunque ella parecía emocionada y no paraba de restregarse. Sarah recordó la descripción que dijo cuando Taos estuvo apunto de besarla, coincidía con esa chica, así que pensó que fue con ella con la que le confundió cuando casi la beso. Eso le hacia enfadar aun un poco más. El jefe del lugar comprendió que no era nadie sospechosa, y le libero las esposas.

  • No te pegues tanto a él, se lo que eres, y no voy a permitir que le hagas nada.

Todos giraron la cabeza para ver quien era el que había dicho ese comentario con un tono tan serio. Era Blasterd, y sin ningún rasguño en el cuerpo. Taos y Blasterd sintieron más sorpresa que alegría al verse, ambos estaban vivos de un accidente del que supuestamente no podían haberse salvado ninguno de los dos.